¿Dónde te ves en cinco años? Esta suele ser una pregunta frecuente en las entrevistas de trabajo. Sin duda, nadie tiene la certeza de saber dónde y cómo estaremos y menos hoy en día, una época incierta acechada por pandemias y guerras y atravesada por la crisis climática. Sí sabemos, sin embargo, que en el año 2027 el 60 % de los trabajadores del campo -agricultores, pastores y ganaderos- se jubilará. Y muchos lo harán sin relevo. Son datos que preocupan al sector y que, sin duda, deberían encender las alarmas de toda la sociedad. Si no hay quien trabaje en la agricultura, la ganadería o la pesca, ¿cómo tendremos acceso a los alimentos?
Escucha Que viene el lobo
Actualmente, tres de cada cinco ganaderos superan los 55 años, lo que supone que en cinco años 60 de cada 100 dejarán sus cultivos y animales. Algunos lo harán a merced de un desconocido, otros verán cómo sus negocios cierran en silencio. El relevo generacional, precisamente, es el tema que aborda Nuria Pérez en Que viene el lobo, un podcast vinculado a la campaña #ReGeneraciónRural iniciada en enero de 2022 en colaboración con CERAI a raíz de la publicación del informe “El camino hacia el empleo agrario en Sistemas Alimentarios Territorializados”.
Para este proyecto, que está integrado en la estrategia anual de Sensibilización de decisores de la línea de Alimentación Sostenible de la Fundación Daniel y Nina Carasso, Pérez ha entrevistado a decenas de pastores, agricultores y ganaderos. “¿Qué supone perder casi la mitad de las producciones nacionales? Nos hará depender de grandes empresas que traerán los productos de fuera y nos podrán cobrar por ellos lo que quieran”, reflexiona en los primeros minutos.
A esto se le añade otro dato preocupante: no hay suficientes jóvenes para hacerse cargo del campo y con ganas de renovar las técnicas de cultivo y los que se han lanzado al sector agrícola manifiestan, como pudimos escuchar en unoconcinco, una baja rentabilidad del proyecto así como un difícil acceso a la tierra. Pero, por supuesto, no todo son malas noticias: existen alternativas y jóvenes que buscan en la agricultura y la ganadería su carrera profesional.
Nuria Pérez ha trabajado como directora creativa y ha publicado varios libros como El monstruo del monóculo y ha grabado otro podcast titulado Gabinete de curiosidades. En este Que viene el lobo quiere llamar la atención sobre lo que está ocurriendo en nuestros campos. Durante los tres cuartos de hora que dura este podcast Nuria Pérez incluye voces de diferentes profesionales que se dedican a la ganadería, la agricultura e incluso al arte textil.
Una de ellas es Mariana, veterinaria portuguesa que se dedica a la ganadería extensiva en Mozota, localidad a 30 kilómetros de Zaragoza. Uno de los retos a los que se tuvo que enfrentar fue la “masculinización del sector”, que conlleva “algunas dinámicas que expulsan a las mujeres”.
Y apunta un dato que arroja luz en torno a la dificultad de emprender carrera en el campo: para empezar se necesitan en torno a 600 o 700 ovejas, a 150 euros cada. A lo que se suma el alquiler de la tierra, un coche, un tractor y una burocracia cuyos papeleos cada vez son más complejos. Todos estos procesos complican el acceso al campo y nos lleva a una “desvinculación del mundo rural”, sostiene Nuria Pérez.
Sin embargo, en un momento en el que las fincas familiares se reducen y los modelos tradicionales se convierten en explotaciones económicas existe un modelo que consigue convivir con las macrogranjas. Es el de Vorasenda, empresa de agricultura fundada por Xabi, un joven que decidió buscar en la agroecología su futuro. “Necesitamos jóvenes en el campo. Quería un modo de vida en el que eliminar las estructuras preconcebidas”, apunta.
Inició su modelo en las tierras de Carpesa, donde se dio cuenta de que “se podía hilvanar un modelo social a partir del alimento y el territorio”. Xabi decidió tejer una relación directa con el consumidor y para ello optó por no vender online y hacer que el consumidor se acerque hasta el punto de producción. Este modelo cuenta con 160 socios y para su fundador ha sido un reto: “hay que hacer buena agricultura aunque al principio se te mueren las cosas y pierdes dinero”.
En palabras de Nuria Pérez, “la desconexión de las ciudades con el mundo rural es cada día más grande. Nos gusta el campo pero si se adapta a nuestra vida, mejor tirolinas que campos de frutas”. Pero hay otra manera de acercarse al mundo natural y es lo que ha hecho el artista Aitor Saraiba, que decidió dejar Madrid por un pequeño pueblo de Cantabria, donde actualmente vive y trabaja.
El artista se sumergió en el mundo del arte textil a través de una escuela de Barcelona, donde aprendió a usar los telares. Entonces empezó a conectar con los pastores, con el mundo natural y entendió que “tenemos que ser conscientes de la procedencia de los alimentos porque es la manera de comprar y consumir de otra manera”. Y añade una reflexión: “Tendemos a enfocar el problema desde el punto de vista medioambiental o de consumo pero la base es social, la sostenibilidad que debe preocupar es la social. Antes de cambiar la cesta de la compra hay que cambiar la relación con quien la produce”.
En definitiva, Que viene el lobo nos viene a advertir de la necesidad de cambiar el modelo de alimentación y la necesidad de un relevo generacional en nuestras tierras. “Necesitamos el entusiasmo de los jóvenes, su frescura y sus nuevas ideas. Si no, los problemas se aparcan, los modelos no se adaptan a los nuevos tiempos y las prácticas quedan obsoletas”.