Territori Horta supone la tercera etapa del proyecto de Sistema Alimentario Territorializado (SAT) de Valencia, una iniciativa que responde al compromiso del Ayuntamiento de Valencia tras la firma del Pacto de Milán. Beneficiario de la convocatoria SAT 2020, durante los dos últimos años el proyecto ha conseguido la consolidación y escalamiento de políticas alimentarias para la ciudad y ampliando su alcance al territorio metropolitano. Pedro Lloret, técnico de investigación y dinamización territorial en CERAI, uno de los agentes involucrados en esta alianza, nos cuenta cuáles han sido los logros más importantes conseguidos en los últimos años.
Territori Horta ha conseguido elaborar una estrategia alimentaria territorializada implementando medidas municipales y supramunicipales en el territorio de la Huerta de Valencia. Con ello, se ha conseguido garantizar el seguimiento de la misma aportando Consejos Alimentarios y espacios de coordinación interdepartamental dentro del Ayuntamiento de Valencia. Desde entonces, se han podido consolidar algunas dinámicas de trabajo dentro del Consejo Alimentario Municipal con una actividad propia cada vez más intensa de sus grupos de trabajo. Territori Horta aspira a consolidar el conjunto de espacios de decisión, coordinación y ejecución de las diferentes medidas que se han ido estableciendo en los territorios implicados. Sin embargo, sigue siendo necesario dotar al Consell de l’Horta de más recursos de gestión propia para que el Plan de Desarrollo Agrario se haga efectivo.
¿Cómo conocisteis la convocatoria Sistemas Alimentarios Territorializados y por qué decidisteis presentar el proyecto Territori Horta?
Ya conocíamos la Fundación, al menos una parte de las entidades que conforman el proyecto. Pensando en los proyectos de colaboración público-social, la convocatoria SAT tiene diferentes ventajas. En primer lugar, de partida, facilita en términos de gestión administrativa lo que por otros canales es muy complicado o tedioso para las entidades locales, es decir, buscar encajes formales para desarrollar proyectos entre administraciones y sociedad civil que tengan un cierto recorrido. En segundo lugar, Valencia y sus comarcas, desde diferentes administraciones locales y supralocales han hecho una apuesta fuerte por promocionar las políticas alimentarias y sistemas de gobernanza que acompañen la definición, implementación y seguimiento de las mismas. Lo cierto es que esa apuesta política de creación de estructuras de gobernanza y planes de acción necesita posteriormente de unos equipos de gestión y coordinación. En el caso de Valencia, a través del SAT, desde las entidades sociales hemos podido facilitar ese apoyo técnico, sobre todo en los inicios de los procesos o proyectos vinculados a Territori Horta. Por último, una de las ventajas de esta convocatoria es su comprensión respecto a cómo los “procesos” o “los proyectos que buscan activar procesos de políticas públicas” están vivos, son inciertos y dependen de muchas variables que a veces escapan al control de las entidades que lo impulsan. Esto es clave, hay que ser rigurosos y cumplir, pero en estos proyectos se pone el acento en la coherencia del proceso, en su carácter participativo y en la evaluación de los mismos. Si no se llega a los resultados esperados, saber por qué, explicarlo y compartirlo.
Territori Horta supone la tercera fase del proyecto de Sistema Alimentario Territorializado (SAT) de Valencia, ¿por qué impulsar el SAT de Valencia y cuál ha sido su desarrollo hasta ese momento?
En el caso de Valencia la colaboración con la Fundación y la apuesta por los SAT parte de la firma del Pacto de Políticas Alimentarias Urbanas de Milán. Digamos que el compromiso que adquiere el Ayuntamiento ofrece un primer marco, muy amplio, para comenzar el camino de impulsar acciones en el ámbito de las políticas agroalimentarias locales. Pero lo más importante es que Valencia venía de un histórico de luchas por el territorio, de defensa de l’Horta de València muy importante que habían generado entre otras cosas una demanda ciudadana sobre la necesidad de contar con un área municipal que tratara de desarrollar políticas locales que favorecieran un territorio agrícola vivo y productivo. A esto se suma también un tejido de entidades, redes de productores, colectivos, etc… que reclamaban otro modelo alimentario acorde con un enfoque agroecológico y por la Soberanía Alimentaria. Estos dos ingredientes son clave a la hora de entender la apuesta del Ayuntamiento de Valencia por el fomento de políticas agroalimentarias locales con un enfoque de proximidad, local y de sostenibilidad. Otra cosa es que las exigencias y expectativas de esas energías sociales se hayan cumplido y que “el traslado” de toda la carga de transformación que conlleva la agroecológica, la soberanía alimentaria y entender el territorio de otra forma haya cristalizado en la administración. Eso va mucho más allá de un proyecto concreto de colaboración público-social.
En cuanto al desarrollo del proyecto las fases han sido graduales. En primer lugar, la apuesta desde el Ayuntamiento junto con un grupo motor de entidades vinculadas a la soberanía alimentaria, la agroecología y la alimentación sostenible fue tratar de generar un espacio de gobernanza alimentaria local y un marco común de trabajo, que se tradujo en la Estrategia Agroalimentaria de València. Los siguientes años el objetivo se ha centrado en consolidar el espacio del Consejo Alimentario Municipal. En los tres años de recorrido se han abierto seis grupos de trabajo con diferentes temáticas (desde la compra pública local hasta la pesca tradicional, pasando por el desperdicio alimentario). En la tercera fase, con una trayectoria también de aprendizajes, se incorpora el Consell de l’Horta, con el objetivo entre otras cosas de escalar aquellas políticas que por su alcance tienen coherencia que se desarrollen a nivel comarcal, no tanto municipal, siendo el instrumento adecuado el Consell de l’Horta. Como pueden ser las herramientas que faciliten el acceso a la tierra, la marca de producto de la Huerta, o el apoyo al sector productivo para acceder al canal de la restauración colectiva.
¿Qué ha supuesto haber sido beneficiarios de la convocatoria SAT 2020 para Territori Horta? ¿Cómo se ha desarrollado esta fase hasta ahora?
Ha permitido consolidar una dinámica propia de trabajo dentro del Consejo Alimentario Municipal con una actividad cada vez más intensa de sus grupos de trabajo y con las garantías de que una vez el proyecto no refuerce técnicamente su funcionamiento, esta estructura seguirá funcionando. Al menos, en lo que se refiere a su dinámica de trabajo, propuesta y seguimiento de las políticas agroalimentarias. Cada vez más entidades están más activas. Al final estos espacios de gobernanza funcionan si existen grupos de trabajo con ganas de hacer cosas, de proponer y de implementar, también de exigir. Luego, por el otro lado, la administración tiene que cumplir.
En segundo lugar, el proyecto ha supuesto un apoyo para el desarrollo de la Ecotira, para trabajar con el sector productivo que ha estado interesado en formas de articulación que faciliten el acceso al canal de la restauración colectiva en mejores condiciones. El proyecto ha permitido abordar el ámbito de la compra pública de una forma integral. Trabajando con los productores/as, desarrollándose formaciones con las empresas y explicándoles la apuesta necesaria por menús de temporada y, por último, sensibilizando a la comunidad educativa. En cualquier caso, los cambios que se puedan producir en materia de compra pública a nivel supraautonómico, sin duda, son en buena medida gracias a la Plataforma Escoles qu’Alimenten, que está haciendo un gran trabajo. Desde Territori Horta se ha podido sumar a ese proceso de incidencia política y generación de propuestas técnicas.
Uno de los puntos de partida de Territori Horta era escalar al territorio metropolitano de la Huerta de Valencia la experiencia urbana, ¿cuáles han sido los mecanismos para este salto y la coordinación con las diferentes administraciones implicadas en las políticas públicas alimentarias?
Se ha reforzado la coordinación técnica entre la Delegación de Agricultura, Alimentación Sostenible y Huerta y el Consell de l’Horta. Ha habido y continúa habiendo un trabajo de coordinación y trabajo conjunto. También, se ha hecho un trabajo de transferencia sobre aquellas políticas o acciones que comenzaron a experimentarse en lo municipal pero que deben tener un alcance metropolitano o comarcal. Por un lado, a partir del contacto entre equipos técnicos de ambas administraciones, pero también desarrollando cursos de formación a técnicos del ayuntamiento de las comarcas de l’Horta, en colaboración con el proyecto Municipis en Saó. Más allá de las contribuciones del proyecto Territori Horta a la hora facilitar la coordinación entre escalas de acción, aportar desde el punto de vista técnico y acompañar el desarrollo inicial del Consell de l’Horta, continúa siendo necesario dotar al Consell de l’Horta de más recursos de gestión propia. Esto último es una condición necesaria de partida para que el Plan de Desarrollo Agrario se haga efectivo.
Los espacios de gobernanza y la implicación de la ciudadanía en el diseño de las políticas públicas alimentarias a implementar tanto en el área urbana como metropolitana es eje vertebrador de vuestra iniciativa. ¿Cómo se han materializado estos órganos de gobernanza y qué se ha conseguido con ellos?
En el caso del Consell Alimentari Municipal, que tiene un mayor recorrido, su funcionamiento se estructura en tres niveles. Dos órganos de gobierno, el Pleno y la Comisión Permanente. El primero es donde se reúnen todas las entidades miembros del CALM, al menos una vez al año. El segundo es el encargado de dar seguimiento a la actividad del Consell Alimentari y dar traslado de la actividad del mismo, que básicamente se concentra en sus grupos de trabajo. Es en los grupos de trabajo, que tienen un carácter más abierto y menos formalizado, donde se da el trabajo más interesante y sustancioso de cocreación de propuestas, proyectos o seguimiento.
En concreto, por ejemplo, el trabajo que ha realizado el Grupo de Compra Pública a la hora de incidir en el cambio de los criterios de contratación en los comedores escolares municipales, introduciendo criterios sociales y medioambientales. O el trabajo desarrollado por el Grupo de Desperdicio Alimentario (Aprofita València), que acaban de desarrollar una propuesta muy ambiciosa para mejorar el tema del desperdicio alimentario en Mercavalència.
¿Cuáles son los principales logros o el impacto de Territori Horta durante los últimos dos años? ¿Cuál es la perspectiva de futuro de Territori Horta?
Poco a poco las entidades que participan en el CALM reconocen este espacio como una herramienta útil para proponer acciones, hacer incidencia política y dar seguimiento a las políticas alimentarias que se impulsan desde la administración o con la administración. También estos años han sido un camino de formación entre entidades muy diferentes. Se va aunando una visión común en la acción en torno a que es necesario que vayan de la mano la alimentación saludable, sostenible y justa. Y que para hablar de alimentación hay que pensar en términos de sistema alimentario, no de una forma sectorial. Por eso es posible que en el CALM se den proyectos tan diversos para favorecer la compra pública, trabajar el desperdicio alimentario, programas de formación sobre alimentación en los barrios o fomentar el acceso para colectivos vulnerables de alimentos frescos y de proximidad o incidir en la puesta en marcha de mercados de venta directa y centros de acopio cooperativos que faciliten al productor/a interesado acceder al canal de la restauración colectiva.
¿Un mensaje inspirador para las iniciativas que están pensando en presentarse a la convocatoria SAT 2022?
Que se animen, esta puede ser una buena oportunidad para dar un empujón a las ideas que colectivamente quieren poner en marcha, y que cuantos más proyectos existan para impulsar sistemas alimentarios justos y sostenibles, mejor.
Créditos de las fotos: Territori Horta