“Democracia cultural. Conversaciones, encuentros y saberes compartidos” fue un encuentro que tuvo lugar el pasado mes de noviembre en La Casa Encendida y que reunió a 13 proyectos, que hemos apoyado desde la Fundación, en los que diversos agentes culturales generaron alianzas para impulsar iniciativas para promover una mayor democracia cultural, permitiendo la participación plena de la ciudadanía en la vida cultural. La finalidad de este encuentro fue generar conocimiento y compartirlo con agentes, instituciones, administraciones y el conjunto de la sociedad con el objetivo de enriquecer el común y colaborar en el cambio hacia un paradigma que sitúe los derechos culturales en el centro de las políticas públicas.
El 29 y 30 de noviembre tuvo lugar “Democracia cultural. Conversaciones, encuentros y saberes compartidos”, dos jornadas de trabajo en Madrid cuyo objetivo fue recoger y sistematizar los principales aprendizajes de 13 proyectos y entidades que hemos apoyado en los últimos años desde la Fundación y centrados en la mediación, la democracia cultural y el potencial de generar alianzas o redes duraderas para hacerla efectiva.
Aunque los 13 proyectos reunidos en este encuentro tienen un carácter diverso y heterogéneo, todos ellos presentan dos elementos comunes. En primer lugar, trabajan con el arte y la práctica cultural como potente motor de participación ciudadana para hacer frente a las desigualdades y desafíos a los que nos enfrentamos como sociedad. En segundo lugar, todos se articulan a través del establecimiento de alianzas entre agentes y actores culturales y políticos muy diferentes con el fin de operar el cambio sistémico necesario para alcanzar una verdadera democracia cultural, es decir, garantizar los derechos culturales a todas las personas.
Tras una jornada y media de sesiones de trabajo interno de todos los proyectos en conjunto, se desarrolló una sesión abierta al público, en La Casa Encendida, que estuvo destinada principalmente a exponer los aprendizajes extraídos durante el encuentro. Además, todos estos resultados, conclusiones y propuestas estarán recogidas en un Cuaderno Carasso que verá la luz el próximo año para que otras iniciativas similares puedan extrapolar y replicar estas propuestas y mejoras a sus propias acciones.
Aprendizajes en torno a proyectos que impulsan alianzas para la democracia cultural
Algunos de los proyectos participantes en este encuentro pertenecen a nuestra convocatoria 2020 de ‘Alianzas para una Democracia cultural’ (Habitar el palacio, Barrios convivenciales ante la emergencia climática y social, Erro(re)tik, Pensar una H y La voz que nadie escucha). Otros tienen apoyo de la Fundación desde nuestra línea de Mediación y democracia cultural de Arte Ciudadano (MAR, Rehacer y expandir la Mediación Cultural, Red de Espacios y Agentes de Cultura Comunitaria (REACC), Gravedad 13, Culturarios, ES NUESTRO, UCI Pediátrica, Fortaleciendo la cultura comunitaria en Aragón).
Todos ellos tienen el propósito de desdibujar las fronteras habituales entre instituciones culturales, las administraciones públicas y sociedad civil para contribuir a una mayor democracia cultural y, en consecuencia, una mayor capacidad de nuestra sociedad de afrontar los retos colectivos contemporáneos.
Durante las sesiones de reflexión, se organizaron cinco grupos de trabajo, enfocados en diferentes temáticas y conformados por integrantes de cada uno de los proyectos con el objetivo de extraer aprendizajes comunes en relación a las diversas visiones y experiencias vividas.
Las conclusiones, resultados y aprendizajes expuestos por todos ellos giraron en torno a cuatro ejes: diseño del proyecto, presupuestos, alianzas y equipo.
Los 13 proyectos coincidieron en que, en cuanto al diseño del proyecto, antes de ponerlo en marcha, deben plantearse una serie de preguntas en cuanto a la comunidad a la que nos vamos a dirigir: “¿Conocemos a la comunidad con la que vamos a trabajar? ¿Realmente esa comunidad tiene esa necesidad que pretendemos cubrir? ¿Esa comunidad existe o nos estamos planteando generarla? ¿Es una comunidad homogénea o heterogénea?”
Además, hay dos cuestiones fundamentales que deben tenerse muy en cuenta: “¿Cómo asegurar el desarrollo del proyecto? ¿Qué sucede si lo diseñado inicialmente no lo puedes cumplir?”
Una vez contestadas y resueltas estas preguntas, debe hacerse un análisis exhaustivo de los posibles imprevistos y riesgos. “Concreta las necesidades reales del proyecto y sé flexible en su diseño, plantea un diseño abierto a ser modulado en el proceso”, comentaron los responsables de los diferentes proyectos.
En cuanto al equipo, el principal aprendizaje extraído es que debe hacerse un buen análisis del contexto interno. “¿En qué situación se encuentra tu equipo? ¿Qué energía tiene? ¿Necesitas más equipo o con el que tienes se puede asumir el reto?” expusieron desde los distintos proyectos.
En lo referente al presupuesto, debe hacerse una buena previsión del mismo y cuidarlo durante el proceso. “Si necesitas financiación para tu proyecto, ¿eres consciente de lo que realmente necesitas?”, reflexionaron desde uno de los proyectos implicados.
Deben tenerse en cuenta una serie de factores como la sobredimensión del presupuesto de manera que se incluya en él el trabajo más invisible (dedicar, por ejemplo, una partida a la gestión emocional) o la valoración no solo de los recursos económicos sino también de los temporales, es decir, cuánto tiempo real se puede invertir en el proyecto.
Es importante, además, estudiar y buscar referencias legislativas en lo referente a convenios y salarios y establecer una relación de comunicación transparente con las administraciones e instituciones, es decir, con quién nos financia.
No pueden olvidarse los posibles escenarios negativos, deben evaluarse, dejar margen para los imprevistos y estar abiertos a reajustar el presupuesto a lo largo del proyecto. Y, sobre todo, tener en cuenta que el trabajo cultural es trabajo y, por ello, debe remunerarse.
En lo que se refiere a las alianzas, desde los 13 proyectos coincidieron en señalar que estas deben tener unas cualidades y características bien claras: deben ser sanas y saludables, transparentes, sinceras y comprometidas y contar con un lenguaje en común. Además, existen tres momentos clave en la ejecución de las alianzas (conocerse, entenderse y aliarse) y en todo ese proceso debe haber un buen interlocutor, una persona con comunicación fluida, que tenga capacidad de decisión y que pueda conversar con la institución aliada con un lenguaje común que permita el entendimiento y llegar a acuerdos. Más allá de contar con un buen soporte y una relación jurídica, es fundamental tener claro qué espera y qué necesita de nosotros la institución.
Tras profundizar en estos cuatro ejes, todos los proyectos coincidieron en señalar algunas cuestiones de relevancia como la dificultad del trabajo en el marco de aquellas alianzas que se construyen entre agentes procedentes de ámbitos y/o roles distintos; la falta de legitimidad y reconocimiento de estas prácticas por parte de administraciones e instituciones públicas y la necesidad de que los proyectos sean de larga duración para que puedan generar incidencia y transformación real.
Todos los proyectos, en su conjunto, concluyeron que teniendo en cuenta todos estos ejes sobre los que han reflexionado, se debe escalar el proyecto para tener su dimensión real, puesto que “son personas, pero los proyectos no deben depender solo de las personas, y saber retirarse a tiempo también es un aprendizaje”.
Este evento nos permitió contar con una primera aproximación a los aprendizajes resultantes de este espacio de intercambio que dará forma al Cuaderno Carasso el cual servirá para compartir experiencias y será una guía para otros agentes del sector quienes podrán replicar estas experiencias y extrapolar proyectos a otras realidades. Sin duda, esta será una forma de continuar contribuyendo a una democracia cultural y un acceso de la cultura para todas las personas.