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Cuatro artistas abordan cuatro desafíos medioambientales con Concomitentes

Arte Ciudadano
11 octubre 2024

En un mundo donde los desafíos ambientales se entrelazan con los retos sociales, el arte emerge como un poderoso medio para explorar, confrontar y reimaginar nuestro entorno. Es por eso que, a través del acompañamiento a Concomitentes, desde la Fundación buscamos generar espacios que permitan unir a la sociedad civil y a los artistas en la creación de obras que no solo embellecen, sino que también generan un impacto profundo en las comunidades que las acogen. Este año, cuatro mujeres artistas están mostrando los frutos resultantes del reto de transformar los conflictos ambientales en oportunidades para el diálogo y la renovación.

Concomitentes, al invitar a la sociedad civil a convertirse en promotora de obras de arte, pone el foco en las preocupaciones ambientales que afectan directamente a estas comunidades. Entre ellas, la preservación del legado cultural, la gestión de los recursos naturales y la adaptación a la transición energética. Las artistas Carme Nogueira, Laia Estruch, María Auxiliadora Gálvez y Asunción Molinos Gordo han respondido a estos desafíos con propuestas que, además de ser estéticamente impactantes, buscan ser agentes de cambio.

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“Estos proyectos son testimonio de la capacidad del arte para actuar como catalizador de cambio. Son ejemplos inspiradores de cómo, cuando se unen la creatividad y la comunidad, podemos enfrentar juntos los desafíos más complejos de nuestra era”
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Fran Quiroga, coordinador general de Concomitentes

En el Parque do Pasatempo, en Betanzos (Galicia), se ha desarrollado el proyecto  Legado Cuidado. Desde 2018, el mediador y actual coordinador de Concomitentes Fran Quiroga ha trabajado con las vecinas y vecinos la conservación y puesta en valor del legado de los hermanos García Naviera. Como resultado, la artista Carme Nogueira ha desarrollado una intervención artística que no solo respeta, sino que revitaliza el entorno. El proyecto resultante del proceso se presentó el pasado mes de mayo y se trata de un conjunto de siete piezas modulares de cemento reciclado que emulan un antiguo canal, ofreciendo una nueva propuesta de paisajismo en una zona del parque que había sido degradada. Esta iniciativa no es solo una restauración física, sino también un gesto simbólico que reafirma la conexión de la comunidad con su patrimonio cultural y natural.

Por otro lado, en Llanos de Penagos (Cantabria), Laia Estruch aborda la relación entre el agua y la comunidad local con su obra, resultante de la concomitancia Aguas Vivas. El proceso con la comunidad, que comenzó en abril de 2022 a través de una mediación llevada a cabo por Alejandro Alonso y Sören Meschede, culminó en una obra que se inauguró en el mes de julio y que explora la vitalidad del agua a través de una combinación de escultura y sonido. Al restaurar tres fuentes históricas que son a la vez cuerpos de agua, instrumentos y bisagras que conectan el acto de la escucha con el territorio, Estruch revive un elemento esencial del paisaje e invita a la comunidad a redescubrir su vínculo con el río y a participar en un proceso de escucha colectiva en el que se celebran las tradiciones orales vinculadas al recurso hídrico. Es un recordatorio de que el agua, al igual que el arte, es un recurso vivo que conecta a las personas.

En La Sobarriba (León,) la instalación de una macrocentral solar ha generado tensiones y contradicciones en la comunidad. Para hacer visible esta problemática, tanto eco-social como a nivel personal y emocional, surge el proyecto Narrativas Solares, una concomitancia que tiene como mediador a Alfredo Escapa Presa. La arquitecta María Auxiliadora Gálvez ha sido la encargada de materializar físicamente el proceso y, tras trabajar con los habitantes locales a través de talleres y actividades colectivas, ha creado la pieza que se inaugurará en marzo y que da voz al sol como agente político. Su obra desafía los patrones extractivistas de las energías renovables, destacando la necesidad de un enfoque más equilibrado y justo en la transición energética. No se trata de un objeto, sino que ha creado también un espacio formado por sebes, vallas naturales, cuya gobernanza será un desafío destinado a la propia comunidad, que deberá decidir qué valor debe darle en un futuro.

El proyecto Tierra Común se ha llevado a cabo en los montes comunales de O Couso (Galicia), en el que se ha trabajado la importancia de la autogestión de los recursos naturales junto a la mediadora Natalia Balseiro. Para culminar el proceso, se ha elegido a la artista Asunción Molinos Gordo para intervenir el entorno en el que se ha desarrollado esta iniciativa de Art Living Lab for Sustainability, un programa financiado por Europa Creativa para facilitar ecosistemas de innovación y obtener soluciones artísticas basadas en la naturaleza en Francia, Bélgica y España-. Un nutrido grupo de 84 comuneros y comuneras forman parte de los concomitentes que iniciaron este proceso imaginando juntas los deseos y las necesidades para el monte. La obra resultante de Tierra Común, que verá la luz en octubre y que actualmente se está generando, buscará asegurar el relevo generacional en la gestión de estos montes, poniendo en valor la vida presente y futura de la comunidad.

Todas estas propuestas, enmarcadas en la línea de investigación y acción “Agencia Ecológica” de Concomitentes, son ejemplo de cómo el arte puede servir como un puente entre la naturaleza y la sociedad, ayudándonos a reflexionar sobre los importantes cambios que debemos hacer para asegurarnos un futuro sostenible. Con el apoyo de la Fundación, estas obras no solo aportan nuevas perspectivas, sino que también promueven un reencantamiento con nuestro entorno. En un momento donde los desafíos ambientales son más acuciantes que nunca, estas cuatro mujeres nos muestran que el arte puede ser una herramienta poderosa para el cambio.

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