El proyecto ¡Vives en una ciudad agrícola! tiene como misión la recuperación, desde las artes, las ciencias y las humanidades, del patrimonio agrícola de la ciudad de Córdoba en su vertiente psico-cultural y apunta, a su vez, a una nueva orientación de esa identidad para construir un espacio mejor. Seleccionado en la pasada edición de la convocatoria Componer saberes de la Fundación Daniel y Nina Carasso dirigida a proyectos en los que trabajen conjuntamente artistas, científicos y la ciudadanía, en este tiempo ha conseguido ofrecer una herramienta política para pensar Córdoba como ejemplo de ciudad agropolitana para el futuro.
¡Vives en una ciudad agrícola! nace para recuperar la conciencia colectiva y revertir la situación de degradación de la Vega del Guadalquivir a su paso por la ciudad de Córdoba y la crisis de este espacio privilegiado para la agricultura. En estos dos años de acompañamiento hemos visto cómo esta iniciativa del espacio creativo cordobés Plata ha concebido un gran programa de acciones artísticas enmarcadas en grupos de trabajo híbridos de arte – ciencia – agricultura – saberes populares que han dado como resultado procesos creativos, programas educativos y una sede digital de transmisión de los valores del proyecto que pone la investigación transdisciplinar como marco para plantear modelos de ciudad más sostenibles.
Para inspirar a otros proyectos similares a participar en la nueva convocatoria de Componer saberes abierta hasta el 27 de abril, hablamos con Javier Orcaray, Gabrielle Mangeri y Jesús Alcaide, directores y miembros de ¡Vives en una ciudad agrícola!
¿Cómo conocisteis la convocatoria Componer saberes y qué ha supuesto para vosotros contar con la ayuda de la Fundación Daniel y Nina Carasso en esta iniciativa?
Era la tercera vez que la asociación se presentaba a la convocatoria. La conocimos en la primera edición en España en 2015, cuando amigos comunes nos animaron a presentar un proyecto. Sin la ayuda de la Fundación hubiera sido imposible llevar a cabo esta iniciativa ya que un proyecto de estas dimensiones necesita un gran apoyo financiero. Además de esto, para nosotros es muy importante el sello de la Fundación porque imprime prestigio.
¿Cómo contribuye ¡Vives en una ciudad agrícola! a crear un futuro más sostenible para la ciudad de Córdoba?
Aunque 18 meses de implementación es poco tiempo, el programa ha tenido cierto impacto en la comunidad a la hora de repensar el territorio que habitamos y cómo nos proponemos seguir aquí. Nos encantaría testar qué ocurriría si pudiéramos alargar el proyecto cinco años más. Estamos inmersos en la redacción de una publicación con la intención de recoger todas las voces y experiencias de las personas que han participado en él.
¡Vives en una ciudad agrícola! busca la recuperación del patrimonio agrícola de la ciudad de Córdoba a partir de un grupo de trabajo híbrido arte-ciencia-agricultura-comunidad. ¿Qué aprendizajes y qué retos os habéis encontrado en esta intersección y composición de saberes?
Algunos escenarios de investigación han sido más fructíferos que otros ya que hemos sido muy ambiciosos en algunos de ellos y, a veces, hemos chocado con la capacidad de implicación de algunos agentes. Parece que el mundo se ha llenado para todas de tareas administrativas dejando poco tiempo para la práctica, aun así, prevalece una buena sensación de avances. Hemos conseguido, en algunas de nuestras acciones, el momento mágico en el que una conversación a varias bandas no tiene fin, un mundo infinito de intersecciones entre campos de investigación y práctica que se complementan.
¿Cuáles son las claves para desarrollar un proyecto que combine el arte, la creación y la agricultura ecológica?
La imaginación y el saber rodearse de personas “punks”, es decir, personas que quieran estar al margen de ciertas reglas y jerarquías. La clave es poner en contacto a ese underground, a esa gente que suele ser minoría y tratada como “rara” en lo que hace. Hay mucho en común, lo importante es encontrar a personas sensibles con ánimo de no detenerse en tareas rutinarias impuestas por el sistema.
¿Qué tipo de acciones se han puesto en marcha en torno al proyecto y qué frutos han dado?
El proyecto incluía una línea curatorial que ha ido adaptándose –algo que defendemos siempre– a los procesos de investigación y producción. Los procesos son visibles en nuestra web, ahora falta rematarlos, hacer un esfuerzo colectivo por evaluarlos desde diferentes ángulos, editar la publicación, presentarla, etc.
¿Qué retos se plantean en vuestro territorio para conseguir los objetivos del proyecto? ¿En qué medida puede ser vuestro proceso replicable a otros pueblos y ciudades con problemáticas similares?
El proyecto es definitivamente replicable, simplemente hay que pasar tiempo y dedicar esfuerzo a conocer el territorio en el que se va a plantear. Es una cuestión de abrir los ojos y los oídos a lo que la comunidad nos cuenta de su historia, cultura y política. Hoy en día predominan los paisajes de monocultivo, la agroindustria ha destrozado todo nuestro patrimonio y sensibilidad con respecto al campo. No es una cuestión única del espacio urbano, el rural también está en crisis, nosotros diríamos incluso que más.
Con Componer saberes la Fundación Daniel y Nina Carasso contribuye al escalado de proyectos como este. ¿Cómo ha evolucionado el proyecto desde la concesión de esta ayuda? ¿Qué se ha conseguido hasta ahora?
Con ¡Vives en una ciudad agrícola! hemos conseguido proyectar una imagen que despierta curiosidad con respecto a la metodología, una curiosidad por saber cómo generamos esos vínculos que para nosotras son normales pero que de cara al exterior resultan tan extraños. De repente otras instituciones comenzaron a llamarnos con la intención de que mostráramos “procesos” más que “resultados”. Es el caso del encargo recibido por la Fundación TBA21 para la exposición Futuros Abundantes o del Festival Creatures. Ambas experiencias también nos sitúan en cuestiones muy importantes como entrar en redes internacionales donde realmente nos fortalece el saber que hay muchos grupos con los que compartimos la pasión por otras metodologías, por cuidarnos y por generar otros sistemas dentro del mundo del arte.
¿Cuáles son las perspectivas de desarrollo de ¡Vives en una ciudad agrícola! a medio y largo plazo?
Pensamos en ello todos los días. Hace un año, cuando todavía no había sucedido “La devastación del descampado” imaginábamos que la fase 2 del proyecto de ¡Vives en una ciudad agrícola! sería convertir ese espacio en un gran campo de ensayo arte-ciencia-agricultura-comunidad.
Hoy, siendo sinceros, nos encantaría sentarnos en la mesa con varias instituciones, incluyendo por supuesto a la Fundación Daniel y Nina Carasso, para imaginar dónde desarrollar un proyecto de esas dimensiones. Hablamos de respuestas concretas, de liderar proyectos transformadores a una escala mayor; hablamos de la generación de una “matriz verde”, algo que conecte el campo con el centro de la ciudad, una posibilidad que, en Córdoba, no es una quimera.